(OCÉANO)
la Isla Negra no es isla sino el sueño entre nieblas
de una mujer manchada del vino de mis besos,
inclinada a mi amor como espiga silvestre
que mueve el frío soplo de corrientes australes;
tú eres la sal que guardan en sus uñas las rocas
y amansas el oleaje que el tiempo echa a la playa,
inmenso reloj de agua que mide tus latidos
y tu corazón deja tallado en estos muros;
quiero que tus caricias de mi rostro las líneas
borren como la niebla disipa el horizonte:
con alma de madera hacinada en el patio,
con sonrisa de almeja que el mar suelta en la costa,
sigo tu rastro que entra al océano y lo enciende
con un lunar sendero de gaviotas y de algas;