Tal vez un himno I
Germinas de las limaduras del aire. Te anuncia tu grito quiebra cielos: Lucía,
luz invulnerable sanadora de ciegos, nube generosa recién nacida. Adelantas
tus brazos diminutos para recibir a pájaros y aviones que no saben mirar.
Contigo la vastedad se acorta, cabe en esa mano soñolienta, en tu mano de
huerta que convoca con la dulce oquedad de lo habitable. El desierto pétreo se
derrama ante tus dedos infinitos. Tu llanto se vuela y le da más colibrí al
corazón estacado en mi sonrisa. Quisiera hacerte crecer a fuerza de mirarte,
Lucía, a fuerza de soñar que no sufrirás en este mundo tan sin chiste, que no te
untarás al sol en todo el cuerpo para seguir en la penumbra; que serás más luz,
idéntica a tu madre, con sus ligeros e irrefutables ojos.