Tal vez un himno XI
Tengo una caja llena de muñecas. Les hablo a todas, pero no responden. No
comprendo por qué lloran. Todo indica que las muñecas ocupan llamarse de
algún modo. Y qué puedo hacer por ellas, si yo mismo me tropiezo y te rompo,
Lucía, cuando te busco en el espejo.
Las muñecas están mal acostumbradas a los nombres. Si tuviera uno
verdaderamente filoso y efectivo, me sacaría con él una del pecho, idéntica a ti,
para que nadie ignore qué tan volcán puede llegar a ser una sonrisa.
Tengo una caja llena de muñecas sin nombre, y una hija transparente llena de
luz.