Torera de las aguas II
II
Respirarte en mi mano,
tomar de tus cejas su calma
o montarme en ellas para jugar con sus crines blandas.
Dispararme este poema en la sien
y hacer de mi suicidio un crimen perfecto:
“Murió de poesía natural”.
Pero no sustituir con estas frases vacías
al momento en que abren tus piernas cerca de mi oído
para que escuche el romper de las olas.