Y seguimos pidiendo la palabra: BESO (26-Jul-14)
(Apuntes para un bestiario)
Un auténtico beso ataca por sorpresa. No es un abrazo, que estás viendo crecer desde que es la mano te busca los hombros y luego se hace caricia, no; el beso no se ve agazapado en las conmisuras de los labios: salta de la boca a ti y su impulso acerca la cabeza de quien te lo da. Es, quizá, el animal más fuerte porque es la caricia. Y es así porque, si es un beso que vale la pena dar o tomar, nunca sabrás cómo viene; esto es, puedes saber de antemano que se trata de un cachete junto al tuyo sin más gracia que el entusiasmo con que te hagan muá! junto al oído, pero entonces no es un beso, sino un como saludo de dizque amigos que en el fondo no se quieren mucho. Un beso-beso es otra cosa y te deja siempre con la sensación de que nunca te habían dado uno tan rico (o tan mareador, que hay besos que, más bien, dan vahídos) así venga del abuelo al que viste la semana pasada.
Porque eso también es muy de estos bichos, que no les importa si surgen entre parientes (incluidos los primos, que siempre resultan tan atractivos), amigos o desconocidos que se están conociendo. El beso va y, simplemente, rompe cuanta barrera quieras ponerle