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Y seguimos pidiendo la palabra: DEL REALISMO MAGICO AL REALISMO TRAGICO (19-Jul-14)

Escrito por Miguel Ángel Avilés Castro en Sábado, 19 Julio 2014. Publicado en Literatura

La transformación semántica en el Narco México de hoy.

         El presente trabajo, tiene la misión de reflexionar sobre la transformación invisible que ha sufrido la semántica tanto en el lenguaje oral como en el lenguaje escrito en el México actual, particularmente en el México que desde ahora llamaremos criminalizado.

         Se propone también fotografiar esos escenarios nacionales que, con basta materia prima, están nutriendo a la literatura negra, esa literatura que, teniendo como plato fuerte a la violencia en ese espectro multicolor, puede echar mano, según lo quiera, de las notas rojas o de las sensacionalistas o amarillas que predominan en todos los medios impresos o electrónicos de este país que, de acuerdo a lo que estamos viendo, no nos queda más que reconocer que dimos un golpe de timón en las variantes literarias pasando del realismo mágico al realismo trágico

         Antes de que se pongan a tomar nota, les advierto que, sobre los que nos pasa, no daré remedios. La cosa es tan compleja y con tantas aristas (así dicen los intelectuales cuando no tienen mucho que decir) que no quisiera estar comandando en el campo de batalla de esta intestina guerra que vivimos. Pero irremediablemente estoy y estamos. De alguna u otra forma, todos estamos y cada quien tienen el compromiso de participar, como mejor lo pueda hacer, para salvar este barco que se hunde. Los políticos, por ejemplo, tienen el reto de convencernos, primero, que esto tiene salvación y, segundo, que, entre gobierno y delincuencia organizada hay distancia, mucha distancia y que, contrario a lo que muchos suponemos, hoy por hoy no son sinónimos.

         Quiero decir, para ir avanzando en esta exposición, que se tiene que asumir con valentía  que esta gran morgue en la que se ha convertido el territorio mexica tanto en la superficie como en el subsuelo, no es más que la consecuencia de dejar hacer y dejar pasar y de simulaciones que no tienen la voluntad ni la sabiduría para cambiar esto. De ese escondrijo en el que se guarece la ocurrencia y la innovación es donde salen ideas tan modernas para acabar con el problema como esa sobre la que me ocuparé más adelante, surgida en Sinaloa, que decretó, mediante algunas reformas a la ley de alcoholes, la prohibición de escuchar corridos de mafiosos y contrabandistas como si la culpa fuera de los grandes de la música y no de los actores políticos que por años han ido llevando la seguridad de la gente al despeñadero, ahí donde estamos ahorita, pensando que hacer, cada uno en su lugar de acción, antes de que tengamos que dar el último paso y caer al precipicio.

         Esto, óiganlo bien para que al final no haya compungidos y desilusiones, no es un discurso de campaña ni es un predestape de mi parte para la próximas elecciones. Dios me libre, (yo sí tengo cosas qué hacer). Esto únicamente, es el contexto donde quiero moverme para hablar, aunque sea en forma muy general (este es otro recurso de los intelectuales cuando no tiene mucho que decir), de esa transformación que ha sufrido la semántica gracias a la incidencia y recrudecimiento del crimen organizado y las acepciones que se utilizan ahora con otro ámbito de interpretación muy distinto al que hace muchos ayeres se tenía. Los que hacemos literatura-como investigación o como obra en sí- acogemos todo ese glosario de ayeres y ahoras, para  tejer nuestras historias: unas desde la comedia, otras desde la tragedia, otras desde la magia, otras desde el humor o la solemnidad pero que sumadas harán, sin duda, la literatura de esta época bañada en sangre que nos tocó vivir.

         Con el afán de resumir, diré que el realismo mágico es ese género metalingüístico y literario de mediados del siglo XX que crea una realidad alterada o tiene el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su finalidad no es suscitar emociones sino, más bien, expresarlas, y es, sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad. Aunque tiene origines más remotos y hay otros autores que lo antecedieron, abrevio para decir que una de las obras más representativas de este estilo es Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez y debo destacar como aporte, para el objetivo de este trabajo, que se desarrolló muy fuertemente en las décadas de los '60 y '70, producto de las discrepancias entre dos visiones que en ese momento convivían en Hispanoamérica: la cultura de la tecnología y la cultura de la superstición. Además, surgió como modo de reaccionar mediante la palabra ante los regímenes dictatoriales latinoamericanos tan frecuentes en esa época.

         Desde entonces han pasado varias lunas, pero lo que no termina de pasar es la violencia, más aún, se recrudece por otros caminos y de otras formas y aquí, en nuestro país, es como una nube que fue creciendo, espesándose, poniéndose gris intenso, como esas que en los veranos miramos emerger detrás de los cerros y que, cuando menos esperamos, ya se rompió como una fuente que anuncia un parto y soltando, dolorosa, una lluvia color marrón verdoso de oscuro, caliente,  que arrecia y deja caer no gotas sino balas sin destino cierto.

         “Aquí todavía se puede vivir muy bien”, afirmaban con gran seguridad hace algunos años los empresarios, los políticos y aún el diverso contingente que representaba a la clase media mexicana.

         Pero la violencia empezaba a propagarse por toda la nación y los problemas se hacían cada vez más complejos. Ante tal situación, el gobierno parecía no darse cuenta, o bien, intentaba ocultar la realidad nada mágica, sino trágica y cruda, a los ojos de la sociedad.

         México había adquirido una cara diferente, los pobres se multiplicaban año con año y no parecía haber alternativas de solución a los múltiples problemas que aquejaban y aquejan al país. Así, los pobres (que son muchos) se convirtieron poco a poco, como los vemos ahora,  en presa fácil de los diversos grupos del crimen organizado y mientras en el campo cada vez son más las familias que han abandonado el cultivo de productos de subsistencia, para dedicar sus pequeñísimas y desgastadas parcelas al cultivo de la amapola o de la marihuana, en las ciudades los jóvenes  ven con admiración a aquellos quienes como ellos salieron de las barriadas, de las colonias proletarias o de las zonas marginales y ahora poseen casas, joyas y automóviles lujosos. “Prefieren una vida corta pero digna a una vida larga en la miseria”, sintetizan algunas autores.

         Esto no es nuevo, ni vayan a creer. El 22 de agosto de 1933, El Continental, uno de los primeros diarios bilingües en la historia común México-Estados Unidos, publicó en su portada: “es un secreto a voces que la señora Ignacia Jasso Vda. de González alias “La Nacha “se dedica a la venta de droga en su domicilio ubicado en la calle Degollado núm. 218. En esta ocasión ocho de sus principales vendedores fueron aprehendidos bajo el cargo de narcotraficantes; sin embargo, se esperan [sic] que salgan libres por la posibilidad que tienen de pagar las altas fianzas.”

         En realidad, el periódico con base en Ciudad Juárez llegaba tarde a la noticia. Cuando fue llamada a juicio, “La Nacha” tenía unos quince años al mando de la primera organización de mexicanos dedicada al narcotráfico en esa frontera; era ya la reina de esa versión burda del cártel de Juárez, que todavía sembraba mariguana en patios y azoteas de las casas. Eso era la primera década del siglo XX.

         Pero apenas el jueves 17 de junio de 2011, para que veamos con este simple dato, que nuestro realismo no para, leía sobre la detención en Guadalajara, de la zacatecana María Celeste, de 16 años de edad, quien después de ser detenida al enfrentarse a balazos, se confesaba como sicaria de los Zetas y como quien pide trabajo y como si hubiera leído en un anuncio: “se solicitan sicarios con buena presentación” muestra sus cartas credenciales para que no hay duda que contratarán a un trabajador calificado: “manejo el cuerno, las erres y las cortas”

         En los años de La Nacha, el México posrevolucionario era una criatura recién echada al mundo, y las cosas tenían otro nombre y otro significado tenían las palabras. María Celeste es de hace uno par de meses pero hay que darle la palabra en este texto, porque Justamente es esta, la palabra, el único bálsamo que a veces queda para escribir la memoria de estos episodios antes que en el epitafio de un  remedo de cronista como yo, se lea: “aquí yace un daño colateral que murió al ser víctima de un fuego cruzado de los bandas delictivas del crimen organizado.”

         Pero antes de eso, hay que pensar este México y escribirlo. Decir que no, mediante la palabra y refugiarnos si quieren en la risa, porque, citando a Nietzsche, “el hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa”.

         Es aquí, donde al pasar del realismo mágico al realismo trágico, en este mexicanizado salto, la tragedia es risa, quizá como un intento por evadir tanto dolor y no soltarte llorando ante tanto muerto: unos ante la vista de todos, otros enterrados como granos de maíz, a puños y por encimita, para que al tiempo sean encontrados putrefactos-así parece estar este país- sin que la autoridad competente tenga la capacidad y la fuerza para evitarlo, a no ser que en una más de sus inagotables ocurrencias, pronto nos anuncien la creación de la policía subterránea. 

         Es aquí, en esta gran puesta en escena, donde vivimos la transformación semántica que advertimos al principio. Nada es de lo que ya fue. Poco queda del significado de antes y en este realismo trágico de magia pero real, la palabra es otra. No es la realidad alterada, como identificamos en dos palabras al realismo mágico, es la realidad a secas y trágica que nos da en la cara.

         En una definición básica, podemos decir que la Semántica es el campo del lenguaje que estudia el significado de las palabras y de las oraciones y en ese orden, habremos de distinguir enseguida este proceso lingüístico del cambio semántico que no la cosa nostra sino la cosa nuestra, sicilianamente mexicana, ha provocado.

         Como temo que mis habilidades didácticas vuelvan a ser un fracaso, mejor prefiero que sean los ejemplos los que me saquen del atolladero para explicar lo que acabo de decir y lo haré, por razón de método, en lo que he denominado el narco ámbito o el ámbito lingüístico del narco.

         Guillermina, como Laurita Garza, es la maestra de una escuela de la periferia de Hermosillo.  La cambiaron de adscripción y es su primer día de clases con su nuevo grupo. Se presenta y para romper el hielo, ella sí, con buena didáctica, interactúa con los niños confesándoles sus gustos personales. A mí me encantan los pájaros, les dice, y les presume algunos, de la variedad que tiene. Enseguida los pone a trabajar y les deja un ejercicio. Los niños, estimulados, agachan sus cabezas y se sustraen de la realidad.

         La maestra, para romper el silencio que prevaleció por un rato y creyendo que los niños mantenía en la frescura de su mente, la preferencia que les acababa de contar, soltó con la inocencia que le permitía su idiolecto:

         -        Oigan: ¿no saben dónde puedo conseguir un perico?

         Los niños se quedaron atónitos, al fondo se escuchó una risa leve, acá al centro una niña la miro con repulsión, pero en el mesabanco del rincón un niño, de los más grandecitos, que ahora se piensa que pudo haber llevado un porcentaje de las ventas, lanzó:

         -        Yo, maestra. Pero tiene que ser bien a la sorda, porque a ese compa ya lo traen bien campaneando los mulas.

         Esto fue un encontronazo semántico: la maestra, ya sabedora de lo que había provocado, prefirió dejar las cosas así y buscar su periquito del amor en otro lado, antes que acompañar a su alumno a la casa de su amigo y fueran detenidos los tres en flagrancia por los guardianes del orden.

         Esta misma maestra, cuando al calificar los trabajos encargados, les señala los errores de escritura pero no les anota ninguna calificación, ni crucecitas ni nada de eso. Los alumnos acostumbrados a los garabatos y manchones de su anteriores profes, se quedan medios sorprendidos y al ver esto, la maestra quiere explicar.

         -Es que a mí no me gustan las tachas, dice con cierta condescendencia, pero en los alumnos lo único que les quedó fue una gran tranquilidad porque su reciente llegada profe no adicta. Al menos de las tachas, pero el caso es que la maestra usó la palabra perico para referirse al 'ave', mientras que los oyentes asumieron que se refería a la 'droga'. Primeramente, este hecho se debe a la propiedad semántica llamada Polisemia, esto es, la propiedad de que una palabra pueda tener más de un significado. Este hecho forma parte del campo de la Semántica que ahora  abordamos.

         Las formas de habla producidas por factores sociales, se han llamado Sociolectos, esto es, la forma de habla compartida por un grupo social que comparte ciertas características sociales como las mencionadas. Haciendo referencia al ejemplo, en el sociolecto de los pupilos es probable que perico haga referencia al 'ave' y a la 'droga', probablemente con mayor predominio de este último debido al entorno social en el que subviene, aunque también es probable que en su sociolecto solo signifique 'droga', infortunadamente. En el sociolecto de la profe, es probable, casi seguro según lo que pasó, que la palabra se refiera solamente al 'ave'. Dios quiera. Vaya usted a saber.

         -Por lo pronto, volvamos al realismo mágico y recordemos que licenció al Gabo para elevar y desaparecer a Remedios, la bella, en los cielos ya que su visión simple y austera de la vida no era de este mundo y, al estar sacudiendo unas sábanas en el patio, junto a Fernanda del Carpio, quien había sido educada para ser reina, comenzó a elevarse y desaparecer en el cielo, como el licenciado Vidriera de Cervantes.

         Pues sucede que nuestro realismo trágico tiene sus paralelismos con el anterior, dado que esta manera, no de hacer literatura, pero sí para inventar historias, licenció a Vicente Fox para que el Chapo Guzmán pudiera escapar de Puente Grande en un carro de basura o de lavandería y para tratar de entrar pero no pudo o para salirse como lo hizo, terminó por volverse invisible a los ojos terrenales. Si ambas historias no son mágicas estos no puedo llamarles de otra manera, bueno, sí puedo, pero nos saldríamos del camino del diálogo y eso no va con mi madura forma de hacer política.

         Siguiendo con los ejemplos (y aquí continuo lo que al inicio dejé pendiente)  tendremos que admitir que lo de MALOVA es también mágico y trágico, mágico porque está convencido que el hecho de que no escuchemos corridos incidirá en nuestra moral y tornaremos al rumbo del bien; es trágico porque esta visión simplista de la complejidad social indica que el propósito del bien común que debe ser la política anda de capa caída en Sinaloa y en otros territorios. Aquí hay una conexión entre mágico y trágico. Si acaso esta postura respecto al género musical tan tradicional que MALOVA propone no es genuina -que creo que sí lo es, así lo cree él- sino actuada, pues también cae en lo trágico porque está actuando una tragedia y ésta es un género del teatro. Mágico es también que muchos de nosotros deambulemos por nuestro espacio vital sin haber sido alcanzados por las balas de quienes el presidente Calderón considera sus enemigos y a quienes, según él también, está derrotando en una guerra, ahora sí literalmente, sin cuartel porque los soldados andan en las calles como Felipe por su casa. La impunidad campea de tal manera que creo que nosotros somos personajes rulfianos (otro gran exponente del realismo mágico) y creemos que todavía habitamos en La Media Luna, pero en realidad, trágicamente, somos las ánimas melancólicas de la zozobra y del miedo de lo que oímos y vemos, pero sobre todo de lo que desconocemos. 

         Y  es que, salvo que MALOVA tenga un as bajo la manga, no hay hasta ahorita prueba científica que diga que las preferencias musicales sean determinantes para formar una mente criminal. Pero  a lo mejor el gobernador del pacífico está convencido, influenciado por el propio realismo mágico que, por ejemplo, los personajes de los corridos del Potro de Sinaloa, puedan cobrar vida y luego a echarse a andar de cantina en cantina para sonsacar a cuanto jovencito se encuentre libando en los tugurios de esos lares. O puede también que en gobernador haya cierto temor de verse proyectado en uno de esos corridos que interpreta este popular cantante como ese que se oye así: “Todo llegó sin problema a donde estaba planeado/ y aquel jefe de gobierno hoy se encuentra retirado/ en dos o tres meses tuvo/ lo que nunca había soñado.”

         El espectro del crimen, desde Lombroso hasta el director del SEMEFO de la PGR, tiene una explicación mucho más compleja, como para que la conago, otra monada, le haga caso a malova y recorra todo el país en ridícula pero muy arbitraria caravana, como lo hizo hace un par de meses, en busca de peligrosas rocolas y discos para quemarlos en la hoguera o de ir a la caza de humildes grupos norteños y agarrarlos en flagrancia justo cuando estén interpretando la sonsacadora canción de “Chuy y Mauricio”

         Si esta relación causa-efecto que propone la corriente malovista fuera verdadera, yo, por ejemplo, no estuviera aquí escribiendo esto, lo cual ustedes agradecerían, ya que seguramente me estaría atendiendo en el mejor hospital, de una avanzada cirrosis hepática como consecuencia de haber escuchado a José Alfredo Jiménez durante más de 35 años de mi cruenta vida.

         A pesar de todo, le doy el beneficio de la duda al señor Malova, y como el tolerante que soy, me pongo a imaginar la preocupación de este representante de la vanguardista política criminal que impera en México y lo veo en su cuarto en penumbras, con un reloj cucú a un lado de una lámpara  programado para sonar a las cinco de la mañana, un crucifijo en la pared, una mujer el bata color azul durmiendo a su lado pero de espaldas y él inquieto dando vueltas en la cama y justo cuando faltan dos horas para que suene el cucú, se levanta sobresaltado, porque le ha nacido la gran idea para acabar con la violencia: prohibir terminantemente que la plebe escuche mas corridos, porque es ahí donde radica el nacimiento de este flagelo que sacude a todo Sinaloa y a México.

         Pero otra vez la realidad se impone y su lógica no me cuadra. Mis propias experiencias de niño son ejemplos en contra de su teoría, después de haber visto desde los seis años como mi madre desnucaba gallinas, descabezaba guajolotes y, con la asistencia de un tío, apuñalaban sin misericordia cada medio año al puerco en turno, de tal suerte que si el razonamiento de los asesores de malova tuviera sustento, yo, de plano,  en estos momentos fuera un peligroso militante de los Zetas.

         Pero a pesar de su falacia, no ha impedido que tenga sus adeptos y apoyen su creencia. Uno de ellos, el experimentado criminólogo, Marco Antonio Solís “El Buky” hace unos meses se puso la camiseta malovista y, en tierras gabachas, declaro: “difundir narcocorridos es un asunto delicado pero creo que debe evitarse, porque contribuye realmente a la vulnerabilidad de la adolescencia, en esta época los chavos no están preparados para recibir este mensaje, no tienen criterio para discernir entre los bueno y lo malo: Mejor hablarles de amor y de cosas bellas…a mi no me da miedo tocar en México porque hay una paz que poca gente conoce, pero desgraciadamente, las imágenes de la paz casi no salen en la televisión”, concluiría el mejor intérprete de Casas de Cartón, como si esto del narcocorrido fue un asunto reciente, cosa que me parece muy injusto para Los Tigres del Norte, o para el El Rayo y Salgado (dos intérpretes paceños) que allá a mediados de los 70s cantaban tan bonito, esa de Camelia La Texana y todas sus versiones que siguieron; o para el propio Charro Avitia que tan aguardentosamente cantaba el corrido del Pablote, o sea, Pablo González, “El Pablote”, esposo y segundo en la dirección de “La Nacha”, esa que nombramos hace un rato. El Pablote era un hombre poco precavido, ruidoso, amante de las mujeres, los tragos y los pleitos callejeros; Debo de agregar, para que se tranquilice malova, que “El Pablote” murió a tiros en una cantina durante un duelo con un agente de la policía municipal.

         Para seguir con los ejemplos de esa transformación semántica y terminar, sólo debo de precisar con este tema que si malova esta en lo cierto, yo seré el primero en hacerle un desagravio público, pero también el primer preocupado, porque si el gusto por una canción induce y puede provocar un mimetismo en la conducta de la persona, entonces en Los Pinos tenemos un potencial parricida ya que el señor Calderón una y otra vez ha dicho, casi tomándola como himno, que su canción favorita( y la ha cantado muy feo, por cierto) es el Hijo Desobediente y este corrido en su parte medular dice: “Quítese de aquí mi padre/que estoy más bravo que un león/no vaya a sacar la espada/y le atraviese el corazón. 

         Pero pasemos a mas ejemplos para constatar que en la psique de la gente ya existe una percepción semántica distinta que tiene que ver con la atmosfera conceptual del narco y lo que antes era un sentido figurado, cuidado cuando lo escuchen porque puede ser una expresión que debe entenderse en forma literal. Por ejemplo, si antes ustedes escuchaban que estaban rodando cabezas, daban por hecho que había un recorte laboral porque habían agarrado en un ilícito a ciertos funcionarios públicos o que en esa región cundiría el desempleo, pero si ahora se enteran que en Acapulco rodaron cinco cabezas, ténganlo por seguro que tal como lo oyen así fue. Por eso, si en estos días llegases a escuchar que en tu centro de trabajo rodarán cabezas, de inmediato presenta tu renuncia y vete lo más lejos ahí.

         Esa confusión semántica a llegado, incluso, hasta mis amigos, como Alejandro, periodista de Hermosillo, quien hace un par de años sufrió un derrame cerebral, fue llevado a un hospital que estaba con todas las camas ocupadas y el requería convalecer después de su urgente cirugía. La operación, para mi fortuna porque me debía un dinero, fue un éxito pero cuando, somnoliento, se recuperaba de la anestesia, apenitas escucho lo que era la deliberación de los médicos por atender lo mejor posible, a pesar de la limitaciones del hospital, al recomendado del secretario de salud, y justo cuando Alejandro volvía en sí, escucho que alguien dijo: “bueno, señores, entonces hay que darle piso”, cosa que para mi amigo, que había cubierto recientemente algunas ejecuciones, por segundo pensó que había llegado su final y que alguien ya había decidido su eliminación de este mundo.

         Si ustedes no creen que exista esta transformación semántica imagínese, por ejemplo, que están en su casa y su hijo, a quien mandó a la tienda, llega corriendo(o con toda calma porque ya estamos perdiendo hasta la capacidad de asombro) y le dice: “amá, allá afuera está un encobijado” de seguro no supondrías, como muchos años atrás hubieras entendido, que se trata de un indigente titiritando de frio que merece que le tiendas la mano y le des un taco, sino que, lo más probable, es que agarres de las greñas a tu hijo, lo metas apuradamente a tu casa, cierres todas las puertas y te empieces a asomar por una rendija de la ventana hasta que lleguen los de medicina forense y se lleve al nercoejecutado.

         Aquí vemos cómo ha permeado nuestro realismo trágico el significado de algunas frases y palabras y que estos hechos apuntarían a un tipo de cambio lingüístico, en general, y semántico, específicamente. Bien, pues, antes de que se me olvide comentarle, un hecho patente es el uso de la palabra "narco" en la formación de palabras relacionadas precisamente con este campo semántico del narcotráfico: narcoguerra, narcotúnel, narcopolítico, narcojunior, narcopista, narcocorrido, y otras tantas que usted tendrá también en mente. Lo que quiero señalar es que estos hechos lingüísticos están relacionados con la morfololgía del español. Lo anterior se sustenta porque la palabra palabra narco, además de ser una palabra independiente -un sustantivo o un adjetivo, según sea el caso de su aparición en las frases- ha tomado el rol de prefijo en la formación de las palabras mencionadas arriba. Se podría hablar de lo que en morfología se nombra un pseudoprefijo por el hecho de que aparece en la producción de un grupo específico de palabras y es una palabra que se puede mencionar por sí sola con un significado independiente. Es algo parecido con lo que sucede con el prefijo latino "auto" que tiene una presencia antigua en el idioma y que puede ser independiente pero también participa en la formación de palabras como "automóvil".

         Termino diciéndoles que esta transformación semántica y el paso del realismo mágico al realismo trágico que tiene al país con el Jesús en la boca, tiene otras implicaciones. A mí, por ejemplo, ya me tiene paranoico.

         Hace poco volé de la pacifica ciudad de Culiacán al puerto de La Paz y me tocó el asiento 10A y el asiento 10B le correspondió a un hombre corpulento y gordo, con gafas negras  cuyos ojos que ocultaban  no miraban a ninguna parte porque, para cuando me subí, él ya venía dormido. Por mas escándalos que hice  al  sentarme en lo que me dejó de asiento, el tipo no se movió para nada y así permaneció, incluso cuando la azafata  nos daba instrucciones –para seguirlas al pie de la letra, pedía ella-en caso de una amarizaje forzoso lo cual siempre resulta inútil porque en caso de un madrazo en el mar de esa naturaleza, aunque nos aprendamos las instrucciones, a todos nos carga la chingada, y ese sí que sería un realismo trágico.

         “Viene muerto”, afirmó una señora en mi oído, refiriéndose al gordo que me acompañaba y yo que acababa de leer la policiaca del periódico Noroeste de Culiacán, me puse frió y le hubiera pegado un grito a la azafata sino es que la señora abunda “…es que se desvelo toda la noche” refiriéndose semánticamente a que el gordo había sido presa de un sueño profundo debido a su cansancio.

         Así es como se hacen los malentendidos, pinchi vieja, pensé decirle pero no lo hice por temor a que, en la mejor escenificación del realismo trágico, la señora sacara una escuadra cortita y me pegara un balazo en la cabeza.

         Y es que esto de la semántica, de no encontrase en la misma sintonía emisor y receptor,  trae repercusiones que llegan hasta poner en riesgo la seguridad nacional tal como pasó hace unos día en Los Pinos cuando nuestro señor presidente quien esa mañana era víctima de una tremenda resaca, producto de su afición al trago, sin reparar en discrepancias semánticas, dijo a sus lacayos:

         -        Tráiganme un Ron bieeen rico.

         Pero sus colaboradores, tan compenetrados en la cruzada contra el crimen, organizaron el militarizado operativo y volaron hasta Tijuana para atrapar al ahora orgulloso propietario de los xoloitzcuintles y darle gusto al presidente.

         Este es nuestro país, compatriotas: tan mágico, tan trágico: tan México del cual sólo espero que no toquemos fondo en esto de la desfachatez y que un día de estos no vaya a salir uno de esos legisladores tan ilustres que tenemos y de plano formule una iniciativa de ley para modificar el escudo nacional y el día de mañana veamos en  nuestra emblemática figura a un sicario arriba de un nopal, ejecutando una serpiente…

 

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