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Cultura empresarial: ARGUMENTACIÓN VS MORBO POLÍTICO

Escrito por Jorge Alberto Vale Sánchez en Sábado, 17 Junio 2023. Publicado en Columnistas BCS , Cultura Empresarial, Cultura Empresarial, Cultura empresarial , Desarrollo humano, Desarrollo organizacional, Jorge Alberto Vale Sanchez

Ver mucha TV no mata realmente tus neuronas (y otras cosas que debes saber)

La naturaleza humana es tan compleja que produce conductas que aun siendo próximas son distintas: así, entre la sed de conocimiento y el morbo, que son producidas por una aspiración por saber, hay una distancia que debe establecerse con mucha precisión. La sed de conocimiento la produce una disposición positiva mientras que el morbo se genera por una debilidad que perjudica nuestra evolución individual y, por tanto, también a las organizaciones. El morbo, actitud casi siempre cobarde, nos lleva a husmear por el cerrojo de la puerta buscando una imagen que sólo puede presentarse parcial o desvirtuada de la realidad que existe de ese otro lado. Esta imagen observada a través del morbo corresponde, la mayor parte de las veces, no tanto a lo que es como a lo que deseamos ver.

            El morbo, entre otras causas, se genera y se alimenta por la falta de cultura e información. El morbo político, especialmente, se deriva de una manipulación de la información, parcializada y dirigida para provocar “medias verdades” que, utilizadas en momentos coyunturales, generan el apasionamiento colectivo, lo cual es aprovechado por quienes hacen del morbo un ejercicio cotidiano para orientar los puntos de vista colectivos hacia el ejercicio de la presión sobre los órganos decisorios de las instituciones o empresas. La opinión colectiva es sumamente volátil y en muchos casos se deja dominar por la emotividad y las circunstancias.

            Tomar decisiones con información incompleta o sesgada, además de ser irresponsable, equivale a husmear a través de la puerta, dejando de ver lo sustantivo para poner mayor atención en lo adjetivo. Es, como en la actual economía de mercados, elegir un artículo con la información parcial que nos brinda su imagen, propaganda o envoltura. La calidad real de un objeto y, por tanto, sus características objetivas sólo se harán de nuestro conocimiento hasta que hagamos uso sustancial del mismo; esto es, hasta que tengamos la imagen completa del horizonte, conociendo con detalle y exactitud la información completa necesaria para la elaboración de un juicio objetivo y, por tanto, una toma de decisión razonada.

            Si bien las instituciones públicas del país no deben formar parte de la economía de mercado, ya que no podemos permitirnos conceptualizar los servicios de educación, cultura, justicia, seguridad, derechos humanos, etcétera, como bienes comerciales, tampoco es posible olvidar que en el modelo de competitividad desarrollado por la globalización económica resulta necesario preocuparnos por profundizar en la difusión de dichos conceptos, para evitar que de forma morbosa estos servicios y sus instituciones sean llevados a la controversia pública con intereses particulares o de grupo.

            El cambio de cultura organizacional necesario para enfrentar las necesidades sociales de esta nueva época no es un cambio fácil ni rápido, como no lo son los cambios en nuestras costumbres o hábitos. Sin embargo, de forma paralela a este cambio debemos promover la adecuación de las reglas y procedimientos que norman nuestras obligaciones, tomando en cuenta que la aplicación inmediata de éstas es prácticamente imposible, pero también sabiendo que si estas reglas llegan muy tarde son más que inútiles.

            Uno de los principales obstáculos para el cambio organizacional es el discurso fundamentado por el morbo político, la desinformación, la información parcial o sesgada y el uso de términos de múltiple interpretación. Estos elementos confunden a la colectividad y la alejan de tomar mejores decisiones que promuevan los cambios institucionales derivados de los hábitos y costumbres que respetan  el “deber ser”  y el  “ser” de quienes integran la institución. 

            Desde luego, el mejor camino para asegurar el correcto rumbo institucional es el derivado de un modelo de administración democrática, participativa de grupos, en la que cada sector y cada grupo de trabajo afín coadyuven, a través de la estructura, en las decisiones institucionales. El principal elemento constructor de la democracia y que, al mismo tiempo, acaba con el morbo político es la argumentación, es decir, el obtener conclusiones que se deduzcan de manera lógica de la premisas dentro del contexto de la discusión. Si bien el espacio entre lógica y política parece inmenso, este proceso es posible acercarlo con base en la propia dinámica grupal, fortaleciendo el trabajo en equipo y aprovechando que desde la época de los griegos y desde tiempos tan antiguos como el nacimiento de la República, la argumentación es parte natural del pensamiento objetivo.

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Jorge Alberto Vale Sánchez

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