Diálogos en pareja: sí, acepto
El proceso de llegar a la boda puede parecer algo mágico y lleno de emoción, lo cierto es que lejos de la versión hollywoodense involucran muchos procesos, decisiones y transformaciones, que desembocan en el redescubrimiento del individuo como ente dentro de una sociedad más elaborada.
Antes del “sí, acepto”
Durante muchos años de nuestra vida, nuestro concepto del amor ha visto influenciado en gran medida por aquellas historias que los medios de comunicación nos presentan. Esas indomables personas que superan la adversidad y la desgracia mediante su fuerza personal y por supuesto algo de “suerte” en una serie de circunstancias muy bien elaboradas dónde la mayoría de los casos las historias terminan junto al amor de su vida después del esperado “Sí, acepto”.
Llegar a ese momento mágico en la vida real, no siempre es cosa fácil pues nos encontramos con una serie de adversidades y situaciones distantes a lo que teníamos contemplado. A veces, esa persona no está preparada para el compromiso y en otras ocasiones somos nosotros mismos quienes nos encontramos en búsqueda de algo diferente. Quizá en las películas del género romántico deberían colocar una leyenda que diga “todo lo que está por ver es parte de nuestra imaginación y rara vez sucede en la vida real” o algo así.
Por otro lado, gracias a nuestra necesidad de “hacer menos” a las acciones del prójimo (bullying) crecemos con la idea de evitar colocarnos en situaciones que llamen la atención o que se vuelvan vergonzosas ante los ojos de los demás. Por ello, hoy en día nos encontramos con un gran declive del romanticismo fáctico, de hecho algunas personas se consideran “poco románticas”, gracias a las falsas ideas antes mencionadas, y por ello carecen de intención para llevar a cabo sus muestras de afecto de manera abierta.
Y es así como en el mundo encontramos mujeres sedientas de historias ficticias, llenas de demostraciones de amor tan extraordinarias que el universo sería el último de los testigos, existen los caballeros se visualizan todo de manera más privada, junto a los seres más allegados, quizá con pocas palabras, solo las más justas y necesarias. Todo esto en un mundo de ambivalencias, dónde se encuentran los desamores, las desilusiones, las preocupaciones y las presiones de una sociedad que no se detiene a admirar el momento más allá de un me gusta o el famoso like.
El amor antes del sí, debe disfrutarse en toda su plenitud, sobre todo problema y más allá de las insistentes preguntas de familiares sobre la boda y los futuros hijos no nacidos, deben entenderse aún en la ausencia y la tempestad, sobre todo ante toda improbabilidad de ser la pareja perfecta.
Antes de decir sí, (sea como fuese la propuesta) deben estar dispuestos a aceptar el peso del otro más allá de lo inconcebible y estar seguros de alzar el vuelo al mismo tiempo, bajo la misma brisa, pues si no están listos las duras pruebas después de sí acabarán con todo lo que han construido a la primera ráfaga de problemas.
¿Qué pasa después del sí? Después viene un nuevo camino lleno de fuerza y fe, en especial esto último, una hermosa unión que por medio de uno o varios objetos se perpetua el amor que se tienen más allá del entendimiento de las nuevas generaciones, sedientas de historias de amor y nuevos finales felices.
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