El país de las espinas
Este patriótico lunes 24 de febrero, visité a mi amigo Keith Ross, escritor, editor, y catedrático de la UABCS, quien amablemente me obsequió un ejemplar de El país de las espinas, Estudios sobre la narrativa en Baja California Sur, libro editado bajo los sellos de la propia universidad y de Editorial Praxis, México, 2013, 216 páginas. Éste es el cuarto volumen en su género, donde especialistas abordan la obra de diversos escritores sudcalifornianos, teniendo como antecedente, los títulos Caligrafía de sal (2007); Nombres de la sed (2009); y En el corazón del aire (2010), resultado del trabajo colegiado del Seminario de Estudios Literarios, dependiente del Cuerpo Académico en Estudios Humanísticos de la UABCS, manteniendo como eje de sus investigaciones a la literatura sudcaliforniana.
En este interesante libro, se revisa la narrativa de José María Barrios de los Ríos; Fernando Escopinichi; Víctor Bancalari; Edmundo Lizardi; Ramón Cuéllar; Julio Ortiz Manzo; Edith Villavicencio; y Juan Melgar, por los académicos que cito en el mismo orden: Rubén Olachea; Marta Piña; Dante Salgado; Gabriel Rovira; Esteban Beltrán; Juan Pablo Rochín; Keith Ross; y Damián Soto. Un texto de excelente factura y presentación que aligera su lectura, y de la que se desprende un aprendizaje significativo. Tres de los escritores analizados, son autores ya fallecidos, como son los casos de Barrios de los Ríos (1864-1903); Bancalari (1959-1994); y Escopinichi (1938-1999).
La temática de las obras estudiadas –en general- mantienen el anclaje en esta tierra casi insular y su modus vivendi, salvo algunas excepciones que alcanzan otros contextos del plano universal. Espíritu que a decir de los especialistas, ha permeado la literatura sudcaliforniana, como resultado de una idiosincrasia proveniente de aquello que se asumía como un aislamiento secular, ejerciendo una fuerte influencia en las letras de este aletargado e inhóspito territorio plagado de cactus y de espinas.
Llama la atención, no sólo el rigor académico del análisis sino también la fuerza y la contundencia de la crítica literaria, cuando más de las veces y en la inmediatez de nuestro entorno cultural, muchos se van por la vía rápida de la adulación y de la ligereza de los adjetivos, muy frecuentes en las cofradías “intelectuales” que viven bajo la complacencia colectiva. Esa complacencia que no ayuda a corregir, a enderezar, a crecer, y a aprender de los demás.
Leer esta obra, esta misma tarde, me acercó más a la literatura de nuestra tierra, y a algunos de sus creadores; me acercó más, a quienes desde la academia, discuten sobre uno de los oficios más apasionantes y comprometidos que existen; el oficio de escribidor. Un texto que informa y que enseña; un texto que nos motiva a seguir escribiendo ¿Por qué? y ¿Para qué o para quién? Siendo una facultad exclusiva del Hombre, ¿Por qué no habríamos de hacerlo? y atenderíamos además lo que alguna vez dijo Oscar Wilde: “Para escribir sólo se necesitan dos cosas; tener algo que decir, y decirlo”.
¿Hace falta una razón más? Creo que no. Entre tanto, felicidades a todos los que hicieron posible El país de las espinas, y gracias a Keith Ross por habérmelo obsequiado.