ENSEÑAR CON EL EJEMPLO
¿Cómo no recordar con cariño y alegría al maestro que con su paciencia, tolerancia y conducta ejemplar nos fue llevando de la mano a disfrutar del aprendizaje, a reconocer la satisfacción que significa adquirir un nuevo conocimiento y encontrarle utilidad práctica? Esta clase de maestros son quienes mediante ejemplos claros y con palabras sencillas nos hicieron adquirir conocimientos complejos del lenguaje, la historia, la ciencia, la filosofía, etcétera. Ellos nos acompañan durante toda nuestra vida y los recordamos a pesar del tiempo y la distancia.
El gran maestro es aquel que siempre encuentra ejemplos sencillos y entendibles para representar lo complejo y difícil. Todo lo contrario de aquellos que escondidos en la oscuridad del carácter aparentemente inaccesible del conocimiento, sólo permiten a doctos y privilegiados iniciarse en una determinada área del saber. Enseñar con el ejemplo es la práctica más antigua para transmitir conocimiento y sabiduría, desde mucho tiempo antes que lo fuera la palabra escrita, el lenguaje sistematizado y toda ciencia. También viene a ser una de las acciones más importantes que un líder emprende al enfrentar un nuevo reto que signifique cambiar el estado de cosas.
El estudio de diferentes casos de líderes en acción nos deja ver que el liderazgo es una práctica observable y susceptible de aprendizaje. El liderazgo no es algo místico ni etéreo, que no pueda ser entendido por la gente común. Es un mito que únicamente algunos pocos afortunados puedan descifrar el código del liderazgo. Como ya mencionamos en artículos anteriores, cuando un líder actúa realiza básicamente cinco acciones: retar el status quo, inspirar y compartir una visión futura del nuevo estado de cosas, capacitar a otros para actuar, modelar el camino y fortalecer nuestro sentimiento de participación en la construcción de la visión deseada. Deseo comentar ahora la cuarta acción: modelar el camino.
Todo líder es en realidad un maestro. Los grandes sueños, así como las grandes obras, no logran construirse y hacerse realidad sólo a partir de la visión o las ideas. Requieren todo un proyecto organizado que gobierne nuestros pasos en dicha construcción. Es decir, contar con planes detallados paso a paso, cumpliendo objetivos, gestionando recursos, organizando equipos, supervisando cada paso alcanzado y corrigiendo el rumbo cuando esto sea necesario, hasta llegar al cuidado de aquellos pequeños detalles que caracterizan a las grandes obras.
La acción de liderazgo requiere contar con un claro modelo del camino a seguir para la construcción futura de la visión que define el nuevo estado de cosas que se desea alcanzar para la organización publica. Es como contar con una maqueta arquitectónica del proyecto, en la cual podemos identificar cada componente y cada detalle para su construcción, lo que a su vez nos permite ir integrando las partes para alcanzar su suma en el todo.
El puesto directivo le da a un funcionario público autoridad, pero es su comportamiento lo que le hace ganar el respeto de los demás. Así como el directivo supervisa, califica o evalúa a sus subordinados, estos a su vez califican a su superior basándose en una sola pregunta básica: ¿verdaderamente mi jefe practica lo que pregona?
La mayoría de los líderes dejan ver que para enfrentar sus retos cuentan con un claro modelo del camino a seguir para alcanzar la visión pretendida, apoyándose para ello en el ejercicio de la planeación y la práctica del ejemplo. Para poder actuar y practicar con el ejemplo, un líder debe tener una total claridad en torno a sus creencias y valores relacionados con el proyecto emprendido. Se puede tener una visión de futuro definida para la organización publica, la cual sus directivos presenten y describan elocuentemente, pero si esta visión no es compatible con los valores y creencias individuales así como organizacionales, difícilmente se hará realidad. Más aún, si el comportamiento del directivo no es compatible y consistente con la visión y los valores compartidos, jamás contará con el respeto e involucramiento de los demás en el reto propuesto.
Es importante resaltar la fortaleza que nos brinda la claridad de nuestras creencias o principios, así como nuestros valores. Los líderes deben mostrarnos mediante el ejemplo, es decir a través su comportamiento, que viven plenamente sus creencias y valores, que los practican en su cotidiano vivir. Esto es, como seguidores nos sentimos involucrados al ver en nuestros líderes consistencia en sus creencias, que son persistentes en los propósitos de la visión y que siempre se encuentran vigilantes de las pequeñas cosas que hacen las grandes diferencias.