Mitos, cuentos y leyendas de sudcalifornia: EL SOBARZO: HOSPITAL, CÁRCEL Y UNA MUERTE MISTERIOSA
Escrito por Abuelo Choyero en Miércoles, 11 Octubre 2023. Publicado en Historia de BCS, Historias Sudcalifornias, Leyendas Sudcalifornias, Mitos, Cuentos y Leyendas sudcalifornias.
En la esquina de la calle Constitución y Altamirano, existe un antiguo y bello edificio lleno de historia local. Se trata de la Actual biblioteca Pública Justo Sierra, recinto en el que podemos disfrutar de un amplio catálogo de libros tanto regionales como universales, y que comparte la cuadra con un amplio recinto cultural en el que se encuentran una serie de aulas donde se imparten talleres culturales, la Casa del Libro Sudcaliforniano y el Museo de Antropología e Historia, además de la explanada donde se llevan a cabo diversos eventos y presentaciones artísticas, pero…¿qué había aquí antes?
Hoy te queremos platicar sobre la historia de esta construcción que es conocida también como “El Sobarzo”.
La historia comienza en el año de 1917, cuando el general Manuel Metza encargó al ingeniero Manuel Balerazo que construyera una residencia habitacional para él y su esposa, al tiempo que él comenzaba su gestión como gobernador del antiguo Territorio Sur de Baja California. La obra quedó terminada en 1918. Cuando fallece el general, en la década de los años de 1930, su viuda decide venderle esta construcción al gobierno local. Bajo el mando del general Agustín Olachea, se toma la decisión de adaptar este lugar como un hospital para los enfermos de tuberculosis, para que pudiesen estar aislados sin contagiar al resto de la población, convirtiéndolo al “Hospital Antituberculoso General Manuel Sobarzo”: decenas de muertes ocurrieron aquí, algunas en agonía, por lo que poco a poco el lugar se fue llenando de una energía pesada, casi mágica… Pero la cosa no termina aquí.
Después de fungir como hospital, el recinto adopta la función de cárcel, aunque siguió conservando el mote de “El Sobarzo” en el imaginario local. A las almas que murieron sin descanso por la enfermedad, se suman las vivencias de todos los prisioneros. Ya desde ese entonces, los testimonios recolectados cuentan que era posible escuchar, ver y sentir cosas extrañas: ruidos, llantos y presencias de tipo paranormal, que se relacionaban con los antiguos habitantes del edificio… de todo esto, sin duda, el caso del sargento Agustín Loera es lo más impactante, y hasta hoy, nos sigue poniendo los pelos de punta.
Rondaba el año de 1932. El general Agustín Olachea había encomendado al sargento Agustín Loera la vigilancia y cuidado de la cárcel, pues además de ser un gran amigo suyo, era el encargado de la policía de La Paz. Una noche, Loera la pasó mal, y a la mañana siguiente comentó haberse sentido muy extraño, escuchando llantos, golpes y ruidos de diversas direcciones, y presenciando incluso apagones en los faroles del techo. Pese a que consideró dejar su trabajo, pues fue demasiada la molestia, lo único que recibió fueron burlas, incluso por parte de los reos. Tristemente, lo que ocurrió en los día posteriores, le daría la razón al sargento.
Una mañana, el guardia que iba a tomar la batuta del turno de la noche, se percató de que Loera no se encontraba por ningún lado. Avisó a las autoridades que su compañero había abandonado su puesto sin permiso de nadie, por lo que acudieron a la escena a buscarlo. Desconcertados todos por la repentina desaparición, primero pensaron que se había espantado y huido, pero su sorpresa al encontrarlo, les demostraría que fue valiente hasta el último momento… En la piso de la celda número 5 de la prisión, se encontraba muerto el sargento Agustín Loera, boca bajo y encerrado con llave. Lo más terrorífico de esto, es que las llaves de la número 5 supuestamente llevaban más de dos años desaparecidas, por lo que no se formuló ninguna explicación válida de cómo pudo llegar ahí, y menos en el estado en que se encontraba. Fue necesario un automóvil y más de una docena de hombres para poder derribar la puerta y sacar el cadáver de ahí, que al verlo, demostraba en su rostro, totalmente desfigurado, una mueca de dolor desencajada. Hasta el día de hoy, no se encuentran explicaciones racionales para el espeluznante asesinato de Loera.
El Sobarzo, después de ser una cárcel se convirtió en un edificio de gobierno, para ser hoy en día nuestra hermosa biblioteca, sin embargo, todavía se siente una vibra pesada, un ambiente cargado de todo lo que esas paredes han presenciado a lo largo de más de un siglo de existencia, y hay quienes aseguran que se pueden escuchar sonidos extraños, y hasta sentir ligeras corrientes de aire que parecen provenir de ningún lado, al estar enfrascados en la lectura…