Mitos, cuentos y leyendas de Sudcalifornia: LOS GIGANTES SUDCALIFORNIOS
Acontecimientos descomunales muchas veces nos llevan a pensar en explicaciones descomunales. Tal es el caso de las impresionantes pinturas rupestres que se resguardan en varias cuevas de nuestro afortunado estado de Baja California Sur, imágenes de gran dimensión que se encuentran en puntos de muy difícil acceso…¿cómo llegaron ahí?
Hoy en día sabemos que son, evidentemente, muestra de la cultura de los antiguos habitantes de la península, pero, ¿cuáles eran sus características? Una de las explicaciones que se dan a la gran altura en que se encuentran estas pinturas para una época sin los avances de ingeniería que tenemos en la actualidad, es que fueron elaboradas por gigantes. Así es, no solamente hombres y mujeres norteños, que sabemos que son de complexión delgada y una altura superior a los demás habitantes del país (y que algunas veces alcanzan estaturas verdaderamente superiores), especialmente si son de las sierras, sino gigantes de verdad, verdaderos seres descomunales que recorrieron con sus pies descalzos los áridos desiertos de la Baja California Sur. Curiosamente, no es raro hablar de gigantes para los choyeros, y su mención no resulta terrorífica, pues no olvidemos que tenemos una hermosa sierra bautizada como la Giganta, y los nombres no son nunca de gratis.
En nuestra antigua tradición, referirnos a los gigantes de la antigua península es conectarnos con la cosmoganía de los habitantes originarios de este territorio. Volviendo a la sierra de la Gigante, encontramos que su nombre parte una tradición oral adoptada y traducida por los antiguos misioneros que escucharon directamente a los californios contar anécdotas sobre gigantes presenciados en esa zona. Estas leyendas orales, sostenidas por los ancianos sudcalifornios hasta la actualidad, se ven sorprendentemente sustentadas por dos acontecimientos: el hallazgo de huesos humanos en los alrededores y las pinturas descomunales.
Uno de los testigos de estas historias ha sido el padre Joseph, que relata algunas de las anécdotas escuchadas, como aquella ocurrida por los rumbos de San Ignacio. En una ranchería llamada San Joaquín, un indio ya en edad adulta, cuenta que de niño había presenciado un esqueleto con forma humana mucho más grande que los cuerpos normales, mismo que también fue presenciado por su papá quien aseguró que ya desde antes sabía de su existencia, dando veracidad a la historia. El mismo padre fue llevado al lugar de los hechos. Lamentablemente, las condiciones meteorológicas y la mala ubicación de la osamenta, hicieron que el cráneo se volviera polvo al contacto, pero los huesos del resto del cuerpo, la dentadura y un pedacito de la cabeza se conservaron y pudieron llevarse a la iglesia, en donde fueron medidos e interpretados cuidadosamente para arrojar como resultado que el ser humano a quien pertenecían medía más de tres metros de altura.
Otra de las leyendas que circulan es la de un antiguo éxodo de hombres y mujeres de proporciones enormes, que venían huyendo los unos de los otros y que se dispersaron por la península al llegar. Supuestamente, ellos son los autores de las pinturas. Para hacernos a una idea de las medidas de estos gigantes, visualicemos lo siguiente: los ancianos decían que eran tan grandes que las pinturas rupestres de las cuevas las elaboraron acostados en la tierra, tan sólo extendiendo sus brazos al techo.
Un suceso más que sostiene la teoría de los enormes habitantes de BCS, es algo que le ocurrió en el año de 1762 a uno de los misioneros muleginos, en San Borja, quien bautizó a un jovencito de dos metros y medio de altura. Esto se sabe porque el padre se encargó de marcar su altura en la pared con un clavo, mismo clavo que no pudo se alcanzado por los demás hombres del pueblo. Supuestamente, según más leyendas, este muchacho murió a los pocos días, ahogado en el mar.
¿Y qué pasó con todos estos y estas gigantes? Además del sabido genocidio de indígenas por la conquista española, así como las bajas provocadas por enfermedades desconocidas para sus sistemas inmunes, se cuenta que, como si se tratara de alguna especie de maldición, la mayoría de estas personas murieron peleándose entre ellos o tragados por el mar.
Pablo L. Martínez, consagrado historiador de BCS, señala que los habitantes originarios de nuestro estado eran caracterizados por un gran tamaño, una complexión gruesa, amplios hombros, gran altura y muy buena salud y resistencia pese a las condiciones inhóspitas del desierto, siendo incluso más aguantadores que algunas bestias en la tierra, y con un nado superior al de los peces en el agua, tal como lo narra Estela Davis en su cuento “El fuerte”, donde relata la explotación que sufre un hombre debido a su gran fuerza y condición.
Con todas estas evidencias antropológicas, opiniones históricas y relatos orales, ya no resulta difícil imaginar la presencia de gigantes en BCS, ni pensar que ellos y ellas elaboraron las majestuosas pinturas rupestres, e incluso, que todavía habitan en algún lugar de nuestro estado. Y tú, ¿qué opinas?