Arlequín
Me veo obligado a admitir mi propio temor a los demonios que rondan mi cabeza, ellos roen la superficie de mi ser cuando me siento vulnerable; temo enfrentarles, perder la batalla y convertirme en eso que son ellos, y no lo soy yo. Busco un refugio en el exterior que vaya más allá de los límites que hay en mí.
Por qué cuando me encuentro lejos escucho su débil rugir entre los rincones de mi cabeza, se extienden en forma de eco golpeando con fuerza cada máscara, armadura y espada que con años construí. De noche me despiertan, entre gritos o sollozos, con pensamientos inhumanos y sueños borrosos.
Pero no puedo escapar lo suficientemente lejos de ellos o de mí, como no se puede pintar un alma que no desea ser dibujada, como no se puede sonreír en medio de una tempestad disfrazada de calma, así como no logras gritar en voz alta utilizando el último aliento. Porque aunque hay límites frágiles no se puede escapar…
No sentiré libertad aunque los pueda cruzar porque mis cadenas están en la mente y en ningún otro lugar, con líneas tan transparentes que en frecuencia los pierdo, y me convierto en un arlequín que narra un cuento, navegando entre desesperación o poesía, acompañado de voces imaginarias que pudieron haber escuchado mi desdicha.
A veces despierto, buscando esa realidad donde pierdo el miedo, para convertirme en el príncipe de un cuento de hadas, matando al dragón y rescatando a la doncella, viajo por mundos imaginarios llenos de magia.
Llegará el día en el que este poeta deba morir para dar vida a su poesía o vivir para dar vida a su agonía, en cualquiera de los casos las palabras estará presentes para llegar a su lado. Querido lector, usted es mi grande aliado, mi espada contra la oscuridad que en mi mente se ha formado.
Le agradezco de antemano, a usted por leer y ser transformado.